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Susana mira todo y todo ve. A Susana, en la ciudad o en su casa, le importa todo alrededor. En la naturaleza, más aún. No hay tamaño inválido o categoría menor cuando ella mira: Susana todo lo observa y lo nombra, con amor. A lo largo de varios años, Gaby, la narradora, alquila distintas casas en el Tigre y pasa allí temporadas, de verano primero, pero cuando su fascinación por ese paisaje crece y ella comienza a contarlo, en invierno también. Gaby arranca como mera observadora, una turista casi, como ella misma les diferencia luego, hasta llegar a ser una habitante del lugar y darle la voz a otra mujer que vive ahí desde hace mucho. Gaby visita esas islas con su novia, con su madre, sus amigas, sus hermanas. Gaby narra el clima, la altura y la dirección del río, la espesura del agua y lo que trae, las aves, las plantas, los frutos, las casas, los perros, la gente; las casas los perros la gente que a lo largo de los años crecen, mueren, mutan, desaparecen. Una galería de álamos puede convertirse en una hilera de tronquitos y un muelle es engullido por el agua. Pero el arroyo cambia de dirección y ella siempre vuelve para darle voz a ese delta. Con Arroyo, Susana se inscribe en una larga y firme tradición, pero la que mira y dice ahora es ella y para nosotros, es como si fuera la primera vez.
Arroyo, por Susana Pampín
Susana mira todo y todo ve. A Susana, en la ciudad o en su casa, le importa todo alrededor. En la naturaleza, más aún. No hay tamaño inválido o categoría menor cuando ella mira: Susana todo lo observa y lo nombra, con amor. A lo largo de varios años, Gaby, la narradora, alquila distintas casas en el Tigre y pasa allí temporadas, de verano primero, pero cuando su fascinación por ese paisaje crece y ella comienza a contarlo, en invierno también. Gaby arranca como mera observadora, una turista casi, como ella misma les diferencia luego, hasta llegar a ser una habitante del lugar y darle la voz a otra mujer que vive ahí desde hace mucho. Gaby visita esas islas con su novia, con su madre, sus amigas, sus hermanas. Gaby narra el clima, la altura y la dirección del río, la espesura del agua y lo que trae, las aves, las plantas, los frutos, las casas, los perros, la gente; las casas los perros la gente que a lo largo de los años crecen, mueren, mutan, desaparecen. Una galería de álamos puede convertirse en una hilera de tronquitos y un muelle es engullido por el agua. Pero el arroyo cambia de dirección y ella siempre vuelve para darle voz a ese delta. Con Arroyo, Susana se inscribe en una larga y firme tradición, pero la que mira y dice ahora es ella y para nosotros, es como si fuera la primera vez.
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